jueves, 23 de abril de 2009

Había que salvar a los bancos, pero, ¿se ha hecho bien el rescate?


Carlos Santistevan de Noriega
Ex Presidente del BCRP, Perú
Ex Director Gerente de Libra Bank, Londres
Ex Tesorero del BID, Washington D.C.
Consultor bancario, Londres
Carlos.santistevan@btinternet.com

Aunque la invitación de LaRed indicaba que el tema a tratarse debía ser la crisis económica, he preferido concentrarme en un solo punto que es objeto de intenso debate y que, en mi opinión, está en el centro de cualquier solución a la crisis. No me cabe duda de que había que salvar al sistema bancario; no para perdonar los pecados de los banqueros (que son muchos), sino para permitir el flujo de crédito necesario para que la economía funcione y así restaurar la confianza de los agentes económicos. Sin embargo, la forma cómo se está llevando a cabo el rescate despierta muchas dudas.


El problema central parece ser que el gobierno de los Estados Unidos y, en forma similar, el del Reino Unido, tienen un problema de “consistencia intelectual” y temen que el rescate de los bancos, que sólo es posible con la intervención del estado en su capital y en el funcionamiento irrestricto del mercado, sea percibido como que se está socavando el sistema capitalista y de libre mercado.

Por esto, el gobierno de los Estados Unidos ha enviado señales confusas desde que rescató a Bear Sterns, lo que hizo pensar que cualquier banco más grande sería rescatado, para luego dejar caer a Lehman Brothers (negando el supuesto anterior); inmediatamente después salvó a AIG, no porque fuera un banco sino porque los bancos estaban tan expuestos a la aseguradora que varios habrían fallado si esta caía; luego creó TARP con el objeto de comprar activos tóxicos de los bancos, pero después de la debacle creada por la caída de Lehman, en vez de comprar activos decidió inyectar capital en los grandes bancos (básicamente forzándolos a tomar capital del estado); tuvo que repetir las inyecciones en los casos de Citi y Bank of America para mantenerlos a flote, pero sin tomar control; y finalmente, anunciado restricciones al pago de bonos y otras formas de compensación para los bancos que reciben ayuda estatal. Han pasados casi dos años y los bancos siguen sin prestar y la confianza en el sistema bancario no se ha recuperado. La economía está claramente en recesión.

Ahora, el gobierno de los Estados Unidos prepara un mecanismo para que el sector privado con apoyo estatal compre de los bancos los activos tóxicos que, teóricamente cuando se restaure la confianza, valdrán más de lo que el mercado percibe hoy. Se ve claramente que el problema de consistencia intelectual continúa. En vez crear un “Banco Malo del Estado”, en el que se acumulen todos los activos tóxicos, para cobrarlos o liquidarlos con tiempo y determinar (al final) cuánto le ha costado o ha beneficiado al pagador de impuestos, se está tratando de incorporar al sector privado, lo cual demora el proceso y al final no resuelve el tema de a qué precio se compran los activos tóxicos.

Uno se pregunta por lo tanto si, ¿no habría sido mejor que se nacionalizaran los bancos insolventes, que el estado tomara control de los mismos, el flujo de crédito se restableciera, los accionistas perdieran su inversión, los gerentes malos fueran despedidos, los bonos no pagados y luego de un proceso de limpieza, los bancos privatizados? Hacerlo habría requerido perder el miedo a la palabra nacionalización y a la idea de que se está socavando el sistema capitalista y de libre mercado y haber concluido que, por el contrario, lo probable es que el sistema se refuerce y se perfeccione, convirtiéndose en un sistema financiero libre pero con reglas claras que todos acepten y con supervisores que las hagan cumplir.

“The Jury Is Out”

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