lunes, 13 de abril de 2009

Otra Desigualdad Más Sí Importa: La Brecha Urbano-Rural en la Educación Peruana


Isy Faingold, MPA Princeton University

Las áreas rurales en el Perú han sido siempre olvidadas por el estado y por el mercado. En general, la provisión de servicios públicos (educación, salud, seguridad, etc.) es extremadamente limitada, en parte, por el difícil acceso (infraestructura vial precaria) y la alta dispersión de las familias. Por lo tanto, no es sorprendente que las diferencias en el desempeño educativo entre estudiantes urbanos y rurales sean considerablemente altas. En efecto, de acuerdo con el Segundo Estudio Regional de la Calidad Educativa (SERCE) del año 2008 sobre el desempeño educativo en América Latina y el Caribe, el Perú presenta las más altas disparidades en la región entre escuelas urbanas y rurales en todas las categorías analizadas. Sí, en todas. Por ejemplo, en matemáticas en tercero de primaria, la diferencia entre las notas promedios de las escuelas urbanas y rurales es 69.88 puntos (Brasil le sigue a Perú con una diferencia de 62.17 puntos). Más aún, en lectura en tercero de primaria, el Perú también exhibe la diferencia más grande entre las notas en áreas urbanas y rurales: 79.30 puntos. En 6to grado los resultados son incluso peores. En matemáticas, la brecha urbano-rural es 87 puntos y en lectura es 80 puntos. Estos resultados confirman la brecha histórica en rendimiento educativo entre escuelas rurales y urbanas que fue analizada con detalle por King y Bellew (1989).

Las bajas notas de los estudiantes rurales y las grandes diferencias con las notas de los estudiantes urbanos, que de por sí tampoco son notables, son un problema serio porque demuestran que el país no está ofreciendo igualdad de oportunidades a sus ciudadanos, y peor aún, los ingresos económicos futuros de los habitantes rurales serán mucho más bajos que los de los residentes urbanos, ya que el nivel de educación es un determinante importante del ingreso. Así, la desigualdad se perpetúa y la población rural del Perú, que asciende a 28% de la población total, continúa teniendo menos oportunidades de adquirir los conocimientos y las herramientas que les permitirán conseguir trabajos mejor remunerados o cursar estudios superiores, excluyéndolos del sistema.


Las Causas
Existen muchas causas posibles del bajo desempeño educativo en las escuelas rurales. Una de ellas es que la mayoría de la población rural vive en condiciones de pobreza y los niños tienen problemas de desnutrición y salud que afectan sus capacidades de aprendizaje y su asistencia a las aulas. Otra razón importante es que los materiales de aprendizaje son limitados e inadecuados en las zonas rurales, y los pocos libros con que cuentan no son apropiados para el mundo rural (por ejemplo, las lecturas, los ejercicios y las pruebas son elaborados bajo una perspectiva urbana, la cual es a veces difícil de entender para los estudiantes rurales). Una causa más es la distancia entre los hogares de los estudiantes y las escuelas. Muchos estudiantes y profesores tienen que caminar más de dos horas para llegar a las escuelas. Además, muchos padres consideran que enviar a sus hijos a la escuela no incrementará los ingresos futuros de sus hijos y prefieren que se queden en casa para que ayuden en actividades agrícolas y del hogar. Otra razón de peso es la precaria infraestructura de la mayoría de escuelas rurales: mesas y sillas rotas (o inexistentes), falta de pizarras, ausencia de techos, etc. Finalmente, los mejores profesores están concentrados en las áreas urbanas, en donde las condiciones laborales y de vida son considerablemente mejores para ellos y sus familias.

Posibles Soluciones
Evidentemente, la mayoría de estos problemas no pueden ser resueltos inmediatamente y algunos requieren intervenciones multisectoriales (salud, desarrollo económico, infraestructura vial, etc.). Sin embargo, hay algunas acciones que deberían ser implementadas lo más pronto posible.

Desde el lado de la demanda, los Programas de Transferencias Condicionadas han probado ser efectivos en otros países en incrementar la asistencia de los niños a las escuelas. En ese sentido, el Programa JUNTOS, actualmente en ejecución, debería ser extendido a más familias pero fortaleciendo la condición de enviar a los niños a las escuelas y asegurando su cumplimiento a través de un estricto monitoreo. Esto disminuirá los incentivos de los padres a hacer que los niños trabajen en actividades agrícolas o caseras en lugar de ir a las escuelas.

Desde el lado de la oferta hay más acciones por tomarse en cuenta. Primero, es fundamental aumentar los incentivos (salariales y no salariales) de los profesores para ir a enseñar en áreas rurales, lo cual debe ir acompañado de capacitaciones y entrenamiento para asegurar que los profesores que enseñen en áreas rurales estén preparados para hacerlo. Asimismo, el Ministerio de Educación debería adaptar los libros, currículos y exámenes al ámbito rural para hacer más fácil el proceso de aprendizaje de los estudiantes rurales. Finalmente, la construcción de más escuelas o el diseño de currículos para la educación a distancia podrían ayudar a los niños que viven lejos de las escuelas a recibir servicios educativos.


Todo ello requiere voluntad política y financiamiento que quizá el estado no pueda afrontar solo. En ese sentido, el rol de la sociedad civil y la empresa privada podría ser fundamental. Si no consideran que la desigualdad es un objetivo per se, por lo menos deberían ser conscientes que una sociedad excluyente es caldo de cultivo para la aparición de líderes populistas que con promesas reivindicativas podrían llegar al poder, lo cual no es historia desconocida ni en el Perú ni en Latinoamérica.

2 comentarios:

Luis Enrique Alvizuri on 13 de abril de 2009, 11:53 p. m. dijo...

De mi consideración:

Muy interesante su artículo el cual me suscita un comentario que quisiera hacérselo saber. Durante la mayor parte de mi vida sostuve, al igual que todos, el mismo discurso que usted tan alturadamente expone acerca de las causas del porqué la educación peruana se encuentra en el estado en que está.

Pero hoy, con la madurez y la observación atenta del panorama interno del país, recién he comprendido algo que a todos, de algún modo, se nos escapa, tan embebidos que estamos en nuestra especialización particular. El hecho es el siguiente: en el Perú la educación es peligrosa, por eso jamás se va a fomentar ni estimular más allá de donde actualmente está.

Sustentar extensivamente esta afirmación no es el motivo de esta carta. Solo diré que, para la clase gobernante peruana, es importante que las cosas se mantengan como siempre han sido. Muchas pruebas han tenido ellos de cómo, cuando el pueblo peruano ha sido en algo educado, se vuelve levantisco, exigente y, finalmente, igualitario. La gran demostración de ello es justamente el proceso político que se viene dando actualmente en el cual la población peruana está intentando desde hace años colocar, al igual que en otros países del continente, un gobierno proveniente de sus propias líneas y canteras.

Este fenómeno, hoy encarnado en el humalismo, es un grave peligro para la supervivencia y el dominio de la clase gobernante tradicional peruana. Para que vea que no exagero desde hace tiempo se vienen desactivando todos los avances en materia educativa posibles, pues hay el temor de que esa sea la causa de las pretensiones del pueblo por colocar un presidente hecho a su medida.

Por ejemplo, hoy en el Perú el presupuesto destinado a educación (popular, obviamente) es inferior al del año pasado (en 0.2%) en plena época de bonanza económica. Pero no solo eso: el Ministerio de Educación ha sido desaparecido, convirtiéndose en seis oficinas desperdigadas en diferentes lugares que ni los mismos trabajadores logran hasta ahora identificar (muchos aún no encuentran sus archivos). Finalmente, todo el esfuerzo que hace el gobierno en materia educativa está dirigido exclusivamente a desactivar y combatir al sindicato de maestros, el SUTEP, utilizando para ello los millones destinados por el FMI.

Han centrado todo el discurso de la educación humana únicamente en la capacitación del maestro, como si ello fuera todo, lo cual no busca otra cosa que establecer escalas de mejoramiento y ascenso con el único fin de dividirlos. Más allá de esto, nada. Toda la ciencia educativa se agota, para los expertos oficiales peruanos, en el maestro. A consecuencia de esto se lo ha satanizado para que el poblador común piense que es un ignorante politizado, un ser empleado como sujeto utilizado para las huelgas y paros. Demás está decir que hoy el pueblo peruano, después de tan insistente publicidad, tiene el peor concepto del maestro público peruano. Se ha cumplido, entonces, el fin político que se tenía.

Le he dado solo tres de las muchas razones que responden a nuestra realidad; no son ideas apristas ni propias del gobierno de turno; son consecuencias que responden al temor de una clase dominante a que el pueblo peruano, educado, solo sabrá reclamar y exigir sus derechos apenas tenga conocimiento de ellos. Hay quienes se ríen cuando escuchan esto (en especial los especialistas) pero los hechos son más contundentes que sus burlas. En el Perú, cuando un empresario tiene delante de su local a una “turba” de trabajadores reclamando, por ejemplo, medidas de seguridad y ecoambientales, no tiene motivos para reírse sino para maldecir la hora en que alguien les dijo a esa gente cosas que no deberían saber.

Tal vez en otros países en los que la calificación y expertización sean necesarias para la industria la educación tenga que ser muy necesaria, pero en realidades como la peruana actual, aun en una época de apogeo económico, eso es decididamente al revés, ya que en nuestro país la base de todo negocio, tanto en las grandes como en las pequeñas empresas, está en la explotación del trabajador. Es por eso que el Neoliberalismo se recibió con tanto entusiasmo, al punto que no se lo quiere abandonar como norma de vida. En el Perú la ignorancia genera explotación y eso produce ganancias, significativas ganancias. Eso lo tienen muy en claro los dueños del aparato productivo nacional y es algo que no piensan abandonar.

Disculpe lo extensa de mi carta pero quería transmitirle mi visión actual del problema pues muchas veces los especialistas, enfrascados en sus creencias y principios básicos, olvidan las circunstancias colaterales que son las que finalmente deciden las políticas y líneas maestras del destino de los pueblos.

Muchas gracias.

Paul Neira on 15 de abril de 2009, 9:28 a. m. dijo...

Estimado Enrique:

Si bien estoy de acuerdo con usted en el analisis de que existe un poder, sea cual fuere su naturaleza que se encarga de dejar las cosas como son. Creo, sin embargo, que solo achacarle que los miembros de este poder sean los empresarios o aquellos que son duenos de los medios de produccion no es del todo cierto. Creo que alli necesitan estar tambien todos y cada uno de los peruanos que no tienen el valor, coraje, y un largo etcetera para comprometerse con la educacion.

Ahora bien, usted ademas ofrece tres ejemplos/razones sobre la actual politica educativa. Sobre estos ejemplos se pude hablar mucho, por ello solo quisiera centrarme en el tema de los maestros. En parte porque soy un maestro y porque reconozco que algo anda muy mal con nuestro gremio. Si bien, no es posible decir que la responsabilidad es unicamente nuestra, si hemos de aceptar que tenemos responsabilidad y mucha en el estado de la situacion de la educacion peruana. Yo trabaje por 3 anhos en zonas altoandinas (por encima de los 3mil) en zonas muy rurales con profesores de primaria y secundaria y he visto claramente las multiples estrategias puestas en practica para hacer risible la realidad de una escuela en zonas como esa. Me refiero a que cuando los profesores estan en clase, en vez de las horas pedagogicas que tiene que dictar, digase miercoles, solo dictan la mitad, o de encontrar muchos profesores que deciden dictar por dos o tres semanas seguidas el curso de logico matematico, todos los dias. Ello no tiene que ver con cual es el discurso politico, de cualquiera de los bandos, sino con un tema de compromiso, de responsabilidad con mi labor profesional, con mi deber como peruano. En resumidas cuentas, la forma como maneja el gobierno peruano hoy en dia la educacion no estoy de acuerdo, pero ello no es licencia para decir que por ejemplo el gremio al cual pertenezco es una santa paloma que ha sido simplemente maltratada por el discurso politico oficial.

 

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