lunes, 3 de agosto de 2009

"La otra orilla"



miércoles, 29 de julio de 2009

¿Qué significa ser peruano?


Por Oscar A. Ishizawa
Doctor en Ingeniería, Ecole Centrale Paris
Washington, DC

La pregunta de esta edición nació de una conversación anodina con Stefan en Lima, una más… ¿Cómo darle más vida a este blog? ¿Cómo lo condimentamos, le esparcimos un poquitín de pimienta y sal, y lo rociamos de ají amarillo para darle sabor? ¿Cómo le metemos un poquitín de sillao y lo acompañamos de un pisquito? ¿Cómo los lectores se pueden apropiar de él, hacerlo suyo? El tema salió solito.

Con Stefan, como con otros amigos, peruanos de adentro y de afuera, las conversaciones en los últimos años han dado vueltas alrededor del tema de la identidad, de nuestra identidad peruana. Para Stefan, dentro de su judía y para mí, dentro de la japonesa y la francesa de formación y vida. ¿Qué es ser peruano, qué significa ser peruano? Pregunta vaga, perdida entre conceptos e Historia, extraña y a la vez tan nuestra, tan necesaria, tan actual. No puedo pretender abstraerla y responder desde la teoría, desde el concepto, no los conozco. La respondo desde el corazón, que es lo que me une con este país, con su gente, con los proyectos que tengo en la vida. Mi corazón, que con deseos incomprensibles para algunos, me llena de deseos de volver, de regresar a caminar con mi país, para dar y aprender.

Soy peruano por casualidad, hace varios años que lo pienso, de un lado recién hace una generación y del otro hace bastantes más, encuentro de la cultura japonesa y la cultura de la “montaña” con acentos limeños. Mis abuelos querían profundamente este lugar, estos olores, sabores, emociones, sentimientos, querían profundamente a su gente. Mi abuelo materno fue diputado de la Nación por varios años. Mi abuelo paterno, japonés, comenzó su negocio, su familia, su vida en el Perú. Mis papás, los dos, de manera diferente, crecieron, vivieron y se educaron en ese ambiente, ese amor al Perú, a la tierra donde nacieron, a la tierra que los acogió. Por lo que nosotros, desde el arroz blanco sin sal (ni ajo) y el desconocimiento, por largos años, de lo que era una carapulcra o un tacu-tacu, nunca nos sentimos otra cosa más que peruanos.

Tengo que reconocer que fuimos educados en un ambiente poco tradicional, poco peruano. Pero ahí, vuelve la pregunta: ¿Qué significa ser peruano? ¿Qué nos une, qué nos identifica, hacia dónde vamos, juntos o no?

Mi pasaporte me lo recuerda siempre, soy peruano y necesito visas, cientos de visas… Pero con una sonrisa y mucha suerte, siempre me ha acompañado, desde Belgrado hasta Tegucigalpa, desde Marruecos a Israel, por diez largos años en Paris. El Perú me ha regalado grandes amigos, me ha expuesto a grandes encuentros, grandes emociones, grandes satisfacciones.

El Perú, para mí, son sabores, olores, colores, sensaciones, emociones, encuentros, amigos. ¿Qué es ser peruano entonces? El saber vivir entre esa gran diversidad y quererla, entre costa y selva, entre montañas y desiertos, entre lomo saltado y juanes, entre chicha de jora y pisco, entre amor y odio. ¿Qué otra cosa nos identifica más que nuestros sabores, nuestra comida, nuestros escritores y artistas, nuestros amores? Porque ser peruano es ser pasional, desesperadamente excesivo, amante del buen comer y del buen beber, de la buena música, del buen vivir.

La pregunta que nos queda por responder es: ¿Qué queremos ser? ¿Qué queremos que las generaciones que nos sigan sientan cuando les pregunten qué significa ser peruanos? Creo que en eso nos debemos concentrar ahora, nuestra generación, nosotros. Ser peruanos no solamente es poder vivir y aprovechar del Perú, de sus grandes recursos, sino también la responsabilidad, de cada uno, individual y colectivamente, de pensar y seguir creando el Perú, de crear las oportunidades para todos de crecer y ser libres, de poder tener una buena educación y acceso a los servicios de salud, a los servicios básicos. De aceptar y reivindicar nuestra diversidad de costumbres, de creencias.

Creo que para nuestra generación, después de haber bailado el festejo y el huaylas, después de haber brindado con la última copa de pisco, nos queda esa enorme responsabilidad de lo que significa ser peruanos, y es crear un Perú cada vez más justo y grande, para todos, para nosotros y para el futuro.


domingo, 26 de julio de 2009

Dándole forma al futuro P.E.R.U., tú pones el significado


Felipe Valencia-Dongo
Economía – Universidad del Pacífico
Alumno visitante – Sciences Po (París, Francia)
Poeta amateur y apasionado con el Perú

No quiero hablar de que el Perú es sus ricas montañas, hermosas tierras, risueñas playas, cumbres nevadas… ¿es mi Perú? Machu Picchu, Chan Chan, Titicaca, Sechura, Colca, Amazonas… De todo ello estoy orgulloso pero no lo quiero mencionar.

Y es que sería pretencioso e improductivo concebir que se pueda lograr una única característica que nos haga a todos peruanos. Quizá sea un conjunto diverso de aspectos, valores, historia, tradiciones, etc. En realidad se podría escribir todo un libro sobre esto.

En el fondo, ello se hace difícil pues está profundamente relacionado con nuestro sentido de pertenencia. Decir “Yo soy peruano” revela que, a distintos grados, nos reconocemos como miembros de un todo. Seamos chiclayanos, ayacuchanos, puneños, arequipeños, de Madre de Dios o de Lima quizá, y solo quizá, puede existir una característica que, a pesar de todas nuestras diferencias, nos identifique con lo que solemos llamar “Perú”.

Y esa característica… ¡qué complicada es de encontrar! ¿El imperio incaico, los españoles, el mestizaje o la migración? ¿Por qué no nuestros bailes y trajes típicos? O mejor aún nuestra comida (¡Eso! Un buen “cebichito” es lo que nos hace a todos peruanos. Bueno… creo que no).

Admito mi profunda ignorancia ante la nada simple empresa de encontrar ese común denominador.

En realidad, nadie sabe con certeza qué es su país. Lo que sabemos es que es único para ti porque es tuyo. Es como preguntar quién es la mejor mamá del mundo y todos responderemos que es la nuestra.

Pero, dado que lo queremos tanto tenemos que ayudar a mejorarlo. Y el hecho de que sea único no implica que no podamos aprender de otras experiencias. Una de las características que tienen los países que han logrado desarrollarse más que otros es su capacidad de construir un Proyecto País y mirar al futuro. Recordemos nuestras clases de historia: Lo importante es mirar al pasado para entender el presente y visualizar cómo queremos ver nuestro futuro y así empezar a construirlo todos juntos (esperemos…).

Proyecto Perú Bicentenario
En el 2021 no solo estrenaremos nuevo gobierno (si no ocurren locuras antidemocráticas en el camino) sino también –y sobre todo– nuestros 200 años como república independiente. 2021… ¿lejos o cerca? Depende de cómo lo veamos; lo importante, creo yo, es lograr algo que en un artículo anterior mencionaba como Proyecto Perú Bicentenario. Inicialmente proponía que fuera para lograr una educación de excelencia; pero, ¿por qué no hacerlo para lograr un Perú de excelencia?

Por supuesto que este proyecto sería ambicioso, pero quién dice que no podemos lograrlo. Para ello, serán muy útiles como insumos los 21 desafíos que el blog “Think LaRed” recogió. Que sea un proyecto descentralizado, inclusivo, ambicioso -pero con los pies en la tierra-, con objetivos claros, con lineamientos de acción, con ejecuciones específicas, responsables y deadlines. En resumen… un Proyecto País, pero concreto.

Al visitar distintas ciudades del mundo uno nota que el desarrollo de muchas de ellas se volvió exponencial luego de tener un gran evento. París y Barcelona son claros ejemplos de ello. Mucha de su infraestructura, inversión privada y pública y, sobre todo, su planificación se acentuó con ello (exposiciones universales, internacionales, juegos olímpicos, etc.). Conversaba con un amigo de Zaragoza (ciudad de 700,000 habitantes al noreste de España) e, impresionado, me contaba como la “Exposición Internacional”, en el 2008, cambió completamente su ciudad, para bien. En el fondo, estos eventos no son más que excusas para crecer.

No estoy seguro si gestar una Exposición Universal hoy sea lo más pertinente o no. Tampoco sé si nos las darían. Pero, ¡creemos la nuestra! Usemos al Proyecto Perú Bicentenario como un fin pero también como una excusa para propulsarnos. Algo así como ¿generar nuestro propio desarrollo?

Sin duda, múltiples y legítimas dudas pueden surgir al respecto… ¿Se podrían utilizar mejor los recursos? ¿Qué garantiza que se logre? ¿Cómo lograr incluir a muchos en su elaboración y no solo a unos pocos? ¿Servirá de algo o será más “tinta muerta”? Estas preguntas son válidas y deben ser discutidas. Las respuestas a ellas fortalecerán y legitimizarán el proyecto.

Pero, creo que me desvíe un poco de la pregunta central. Y en realidad esto es por que (y pido disculpa a los editores que me propusieron este reto) me resisto a ensayar definir al Perú en una palabra o una frase. Creo que no hay respuesta única para “¿Qué es ser peruano?” y es bueno que esto sea así. Cada uno con nuestros propios sesgos, pasiones y realidades mostraremos diversidad de respuestas y todas ellas muy buenas y válidas (tal como ya se hizo en artículos anteriores). Pero sí creo que cada una de ellas debiera contener una visión de futuro del Perú.

Como dijo Víctor Hugo: “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”. ¿Cómo ves tú el futuro? Nuestro Perú pronto cumple 200 años y merece celebrarlo a lo grande. ¿Cómo te gustaría celebrar a ti el bicentenario del Perú?

Esperemos que para ese entonces los peruanos encontremos que son muchas las características que nos unen y dejemos de exaltar aquellas que nos dividen (no pocas pero sí solucionables).

¡Feliz día Perú! Y que sean muchos más…


jueves, 23 de julio de 2009

Embajador de la peruanidad


Maurice Mathey
Administrador de Empresas, Fotógrafo y Camarógrafo
Instructor de Parapente, Ala Delta y Bungee Jumping
Piloto de Globos Aerostáticos y Paracaidista
Mi trabajo: Viajar alrededor del globo
Mi proyecto: Una mirada por el mundo

Hace varios años empecé a viajar y experimentar otras culturas, formas de vida, costumbres, religiones; todo el tiempo algo nuevo que aprender, filmando y fotografiando todo a mi paso, conociendo gente en el camino y haciendo nuevos amigos.

Cada vez más lejos de mi país lo sentía más cerca de mi, al ver de lejos mi cultura, mi gente, comida, amigos, mi tierra, aprendí a apreciarlos más. Ser peruano para mí se convirtió en algo parecido a ser un embajador, sentía que debía de ser un ejemplo de nosotros para los demás, sentía que en mí estaban mirando a la gente de mi país y así me fui interesando más en mi historia, geografía, costumbres para poder mostrarlas a los demás.

Cada vez que regresaba al Perú salía a conocer nuevos lugares para documentarlos, sintiéndome más y más orgulloso de él. Nunca me terminaba de sorprender, desde el desierto de Paracas y las líneas de Nazca en Ica; La Laguna Azul en Tarapoto, Andamarca a un día en burro desde el cañón de Cotahuasi y el Bosque de Piedras en Arequipa; El Parque Nacional del Manu en Madre De Dios; Las montañas de Chupuro, Chongos Bajos y Chongos Altos en Huancayo, El Valle Sagrado, Machu Picchu en Cusco, Kuelap en Chachapoyas, Huancaya en la sierra de Lima y la lista puede seguir y seguir.

Mi país me devolvía lo que siento por él con experiencias muy gratas en mis viajes. Como en la frontera con Nepal, cruzando a India; estaba en inmigraciones, mostré mi pasaporte y una chica que estaba esperando detrás mío me abrazo sin más, me dijo muy emocionada así: “he conocido a tanta gente que estuvo en tu país y la pasaron tan bien, que mi sueño es conocer Perú y tu eres el primer peruano que he visto en mi vida”. Ahora Uliana es una buena amiga y en algunas semanas pensamos vernos otra vez y viajar juntos al lago Baikal en Rusia (el más profundo del mundo).

Mi país me sigue devolviendo el orgullo que siento por él como cuando me cruzo con gente que viajó por el Perú y sus primeras palabras son: “PERÚ MI PAÍS FAVORITO” y me empiezan hablar de todo lo que pasaron, comieron, tomaron y los amigos que hicieron.

Gracias a mi país tengo más amigos alrededor del mundo, he recibido invitaciones a muchos países, casas, comidas, bebidas ni qué decir, abrazos, amistades, viajando desde Burundi en África, Myanmar en Asia, Suiza en Europa, Colombia en América. Por todo eso y muchos mas ser peruano para mi es ser mejor, es ser un reflejo de mi país y estar agradecido de él. ¡Gracias mi querido Perú!, desde el otro lado del mundo.


 

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