jueves, 26 de febrero de 2009

Desafío 8: Acumulación de capital humano: Pensemos “fuera de la caja”….


Por Natalia Winder,
BID; MSFS- Master of Science in Foreign Service - Georgetown University.

Somos unos de los pocos países en la región que logró crecer de manera continua al margen de la crisis financiera y de la recesión económica que afectó a muchas de nuestras contrapartes mercantiles. Hace unos pocos días el INEI confirmó que el país había sobrepasado las estimaciones iniciales de crecimiento llegando a casi 10% de expansión del PBI en el 2008. Lamentablemente, aún en este escenario, el argumento trillado y repetido se mantiene: el crecimiento del país es solo una parte esencial, más no suficiente, del proceso de desarrollo del país. Hay mejoras en los índices de pobreza y pobreza extrema, pero la inequidad continúa siendo un reto imperante.

¿Por qué dos individuos, con los mismos años de escolaridad, y horas trabajadas no reciben el mismo sueldo del mismo empleador?
¿Por qué un niño indígena repite 2 o 3 veces el año escolar, y su par no indígena no?
¿Por qué una madre gestante en zonas rurales tiene un índice más alto de desnutrición que su par en Lima metropolitana?

Conocemos varias de las respuestas: Algunas que apuntan a la estructura propia del mercado laboral, o las preferencias del empleador, otras a las necesidades específicas del hogar, o las preferencias de consumo de la madre, entre otras. Sin embargo, una gran parte de las brechas entre grupos excluidos y no excluidos se explica por diferencias en los retornos a la educación y salud. Es decir, diferencias en patrones de acumulación de capital humano, que tienen consecuencias significativas en los procesos de generación de ingresos, movilidad social y que alimentan la transmisión intergeneracional de la pobreza entre dichos grupos.

En los últimos años la región ha visto la proliferación de programas de protección social y de transferencias monetarias. Dichos programas, muchos de carácter temporal y enfocados en la población de más bajos ingresos, tienen la capacidad de, fomentar un cambio de comportamiento en los patrones de consumo del hogar, disminuir los costos de oportunidad relacionados con la educación y la salud, y así disminuir las barreras de acceso a dichos servicios. Sin embargo, aún cuando la barrera de acceso por motivos económicos estaría desapareciendo, permanecen las de calidad y pertinencia cultural; barreras que en muchos casos explican una gran parte de las brechas salariales y de ingresos entre las poblaciones excluidas y no excluidas.

Volvamos a las preguntas iniciales….

Aun cuando dos individuos tienen los mismos anos de escolaridad, sus niveles de productividad varían por diferencias en los servicios de educación a los que tuvieron acceso.
Los niños y niñas indígenas tienden a tener tasas de repetición más altas que sus pares no indígenas sobretodo en áreas donde no se ha logrado implementar modalidades de educación bilingüe intercultural. Un niño con padres y madres monolingües tendrá mayores dificultades de aprendizaje en un ambiente escolar que solo imparte cursos en castellano y en estructuras poco adaptadas a sus realidades socio-culturales.
Una madre de bajos ingresos que vive en una zona rural alejada tendrá niveles de nutrición mas altos que sus pares en zonas urbanas al no tener acceso a controles pre-natales periódicos, y/o acompañamiento médico.

Si la meta es construir sistemas que logren romper procesos de transmisión intergeneracional de pobreza hay que ir más allá de programas temporales de demanda enfocados a la protección de los más pobres e identificar políticas que permitan fortalecer los activos de aquellos que están en constante vulnerabilidad frente a cambios macroeconómicos. Ya no estamos en un período de emergencia macroeconómica. Tenemos la oportunidad de reestructurar los sistemas de educación y salud para que puedan responder de manera efectiva y adecuada a la necesidad de contar con un capital humano productivo. Esto no implica necesariamente aumentar el gasto público en el área social, sino ser creativos en cómo invertimos los recursos que ya se tienen asignados. Implica tener una visión política que permita implementar modelos alternativos de provisión de servicios básicos donde sea la eficiencia y la calidad el objetivo fundamental de la gestión. Y no seremos los primeros. Existen muchas experiencias en la región donde poco a poco se ha ido reconociendo que el Estado tiene un rol, pero no también lo tienen otros actores en las áreas de educación, y salud. Ya no estamos en el tiempo de las ideologías, sino de la competividad, practicidad y la eficiencia.

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