lunes, 2 de marzo de 2009

Desafío 12: Hipótesis para enfrentar nuestro caos público



Sandra Belaunde, MPA(c), Columbia University, EEUU

El Perú público y cotidiano es caótico. Los peruanos hemos construido “guetos” privados de extraordinaria alegría y creatividad en los que entregamos mucho cariño, pero apenas sacamos la nariz a la calle volvemos a encontrarnos con nuestro país sin reglas. Los visitantes, por ejemplo, quedan consternados con nuestra forma de manejar. Somos 27 millones de habitantes acostumbrados a no respetar reglas. Entonces uno se pregunta si alguna vez será posible que funcionemos como una sociedad civilizada o, al menos, por dónde comenzar a trabajar en esta dirección. En el paso fronterizo entre Tacna y Arica hay una pista interesantísima para abordar el problema y el lugar está libre para que cualquiera lo viste y se forme su impresión. He aquí la mía porque, por razones familiares, me ha tocado hacer el cruce muchas veces.

Hagamos una premisa previa: Perú y Chile tienen una enorme diferencia de eduación cívica. Nuestros vecinos respetan a los carabineros, paran en los letreros que dicen “pare”, dan preferencia al peatón en los pasos cebra, no pagan coimas para sacar licencias de conducir, confían en su poder judicial, etc. Entréguenme la validez de esta premisa para seguir con mi observación y presumamos también que la muestra de peruanos y chilenos que cruzan la frontera entre Tacna y Arica es representativa de cada país. Es cosa de tomar un taxi peruano en una dirección y otro chileno en la opuesta para verificar mi premisa (unos tienen taxímetro, conductores que visten camisas y tienen autos ordenados y limpios, mientras que los nacionales pactan la tarifa al regateo, algunos parecen en pijamas y tienen los tapices raídos y sucios).

El cruce terrestre entre Tacna y Arica es único, es decir, toda persona que pasa entre ambas ciudades debe hacer exactamente el mismo trámite, primero en la aduana del país de origen y luego en la otra. La distancia entre Santa Rosa y Chacalluta es unos pocos kilómetros. Es decir, la muestra de quienes cruzan es idéntica en ambos controles y el tiempo entre el paso en uno y el otro es tan corto que impide que quienes pasan se civilicen o aprendan reglas nuevas. Simplemente es el mismo grupo que enfrenta los dos controles y el comportamiento es impresionantemente distinto.

Uno esperaría que en el control chileno los chilenos fuesen respetuosos y educados mientras que los peruanos manifestasen su subdesarrollo. Pero aquello no sucede. En rigor, todos se comportan educadamente, respetan las filas y a las autoridades fronterizas. Nadie saca ventaja y todos hacen sus trámites en orden. Los peruanos, un poco asustados, son los más respetuosos e incluso preparan con esmero los documentos para facilitar la gestión de quienes los revisan.

En el lado peruano las cosas son distintas. Uno esperaría nuevamente que los chilenos fuesen educados y los peruanos no, pero ocurre que Santa Rosa es un caos absoluto. Las colas no son ordenadas, las personas intentan pasar papeles por detrás de las ventanillas y nadie respeta a ninguno otro. Santa Rosa es una perfecta muestra de nuestra peor cara y, oh sorpresa, los chilenos que pasan con frecuencia están tan acostumbrados que ya entendieron las no reglas y son los que peor se portan. El taxi que me llevó la última vez se pasó todas las filas y me dijo que le deja una propina al policía encargado de dar un mejor servicios a sus clientes.

Entonces mi hipótesis. El origen de la solución está en tener reglas y autoridades que las hagan cumplir. Pocas reglas pero que se cumplan y que las consecuencias de no cumplirse estén muy claras y se apliquen a quienes las merezcan. La solución debe ir por mejorar el nivel de las autoridades, hacerlas respetables porque, cuando lo sean, los peruanos las respetaremos y dejaremos rápidamente atrás nuestro comportamientos caótico. La solución cívica no va tanto por educar porque, cuando las reglas estén claras, los peruanos nos autoeducaremos con velocidad por interés personal, para no recibir los castigos de no cumplir las reglas. Visiten el paso fronterizo, observen con atención a las personas y compartan mi opinión. Cuando hagan esta visita aprovechen de almorzar en Tacna porque se come mil veces mejor que en Arica, eso sí.

1 comentarios:

Fruitta-Yogurt on 2 de marzo de 2009, 6:02 p. m. dijo...

He estado en la frontera en mas de una oprtunidad y aunque mi ultimo viaje fue hace un año, tengo la sgute opinion: si hay desorden del lado peruano pero no solo es tener las reglas en claro y las autoridades adecuadas que si serian muy importante; pero mientras que el nuestros amigos chilenos casi en el 90% pasan por turismo (gastronomico, salud, etc), de lado peruano quizas el 70% pasa por vender algo, traer algun tipo de mercancia o por trabajo, entonces eso genera desorden, pues es un problema no solo de autoridades de control, si toda la ropa o cosas de contra que entran por nuestra frontera ( y eso que la frontera con Bolivia y ecuador es mucho peor)alimenta a muchas familias que han encontrado en el dar un extra a la poli para pasar mas merca o el empujar y crear mas desoorden la manera (claro inadecuada) de generar mas dinero, entonces quizas si las reglas que de hecho en el papel estan claras se cumpliesen estas personas meterian las cosas de alguna manera mas peligrosa. Lo caotico del Peru es no saber la realidad, todo tiene una razon un porque del comportamiento y creo que hay que evaluar mucho mas cosas y no simplemente ver el "desorden" pues quizas este gran "desorden" puede ser el paso de salir de la pobreza y en eso las autoridades deben poner sus ojos y mantener un equilibrio.

 

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