jueves, 5 de marzo de 2009

Desafío 14: ¿Una nueva realidad para America Latina en el siglo 21?


Por Juan Pablo Noziglia
MBA Candidate, Columbia University
EEUU

A medida que nos acercamos al final de la primera década del siglo 21, America Latina se enfrenta a una serie de demonios que parecería que nunca dejan de perseguirnos.

Durante la década de los noventa, los gobiernos de turno (con contadas excepciones), entraron en un franco proceso de reforma del estado y de implementación de políticas económicas “de libro de texto”, dejando de lado los experimentos fallidos de los 70s y los 80s. La pregunta que yo me hago es, parafraseando a Vargas Llosa: En que momento se jodió America Latina? Por que volvemos a incurrir en los mismos errores del pasado? Es que acaso miramos al futuro con la nuca?

Las disparidades en los niveles de ingreso en los diferentes países de la región se mantienen a pesar de los denodados esfuerzos de los gobernantes de turno y de alentadoras estadísticas de que la brecha se empieza a cerrar de a poco. Creo que estas ultimas tres palabras son clave para entender lo que esta ocurriendo. DE A POCO. La reducción de la brecha entre ricos y pobres además de la creación de una clase media amplia y con ahorro es un proceso largo y penoso. Los costes sociales de la implementación de un sistema de mercado libre o la liberalización de precios para solucionar problemas inflacionarios fueron altos y los estamos amortizando aun. A esto hay que sumar que el crecimiento económico de una nación no se traduce de manera equitativa a todos sus ciudadanos.

El crecimiento brinda oportunidades y no soluciones inmediatas; mas posibilidades de empleo, de mejores empleos, salarios mas altos, etc. El solo hecho de tener la oportunidad de salir del empleo X al empleo Y (donde Y es mejor que X) es una mejora para la persona, pero si esto no se traduce en algo material, el individuo no lo valora como tal. A esto hay que sumar la demora (lag) en la realización de estas mejoras en el bolsillo de todos, el famoso “chorreo”.

A la gran mayoría de los latinoamericanos no nos llega a afectar de manera inmediata que nuestras economías crezcan al 6% o 7%, y esto causa descontento. La falta de acceso al crédito (lo cual en esta coyuntura resultó ser un beneficio) le restó contundencia al crecimiento económico ya que limito el acceso a mayores y mejores bienes y a los beneficios de un apalancamiento saludable, lo cual generaría beneficios palpables a los miembros de una economía.

La falta de materialización inmediata de estas mejoras genera descontento en una parte amplia de la población que ve en el pasado situaciones mejores (subsidios, control de precios, estabilidad laboral absoluta, entre otros). Y este descontento tiene un voto, tan valido y constitucional como el de cualquier ciudadano de un país. Es la disparidad la que lleva a que se elijan caudillos en vez de gobernantes, que promesas vacías de soluciones rápidas a la pobreza y al hambre sean planes de gobierno en vez de hojas de ruta claras.

Existe solución a este problema? Yo creo que si, pero no es algo de hoy para mañana. Cuesta trabajo y tiempo. Los peruanos debemos pensar en una plan rumbo al 2021, uno en el que lo que menos importe es que el gobernante de turno sea de derecha, izquierda o centro. Sin ir muy lejos, podemos voltear a mirar a nuestro vecino del sur como un ejemplo y ver como esto se ha aplicado de manera relativamente exitosa en su etapa como nación democrática. Necesitamos un objetivo claro, una cuantificación de lo que queremos alcanzar.

Los pasos que los gobiernos deben seguir son ya conocidos. Inversión en infraestructura y educación como pilares base. Formalización de la propiedad, reducción en la burocracia del estado, etc. Un par de ideas sueltas, un fondo de préstamos de estudio (con compromiso de retorno o repago) para aquellos que logren ingresar a universidades top manejado como una entidad privada pero fondeado por el estado. Incentivar a las AFP a participar en Joint Ventures de infraestructura a través no solo de deuda si no de equity con el sector privado y el estado.

No imitemos a otros países, mejoremos. Tomemos lo mejor de cada una de las experiencias que otros países han vivido y pensemos en como queremos ver al Perú para su bicentenario como nación independiente. Lo hemos hecho antes. Con todos sus problemas y virtudes ambos el sistema privado de pensiones y el marco regulatorio de concesiones son admirados mundialmente porque se crearon de una manera tal que juntaban lo mejor de lo que se había hecho en diferentes países y permiten un proceso de mejora continua.

Debemos evitar que se repitan los ciclos de tres años deshaciendo lo que los gobiernos anteriores construyeron y dos buscando cumplir a como de lugar las promesas electorales. Debemos buscar no regresar a los experimentos fallidos del pasado, y mirar hacia adelante con una visión de una nación donde a pesar de que existan diferencias, podamos decir que estamos mejor que hace diez, veinte o treinta años.

El Perú perdió casi 30 años de crecimiento en la década de los 80, reflexionemos y no caigamos en las tentaciones del pasado. Aprendamos de los errores de nuestros vecinos y de los propios. El Perú, Colombia y Brasil son vistos en la comunidad internacional como una luz de esperanza frente a los actuales cambios políticos de la región. No perdamos esta “viada” que tenemos en los ojos del mundo y logremos un mejor país para el futuro. Escribamos un nuevo capitulo en la historia latinoamericana y hagamos del sobrenombre de “jaguar latinoamericano” un caso de estudio como lo fueron en su momento los tigres asiáticos.

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