jueves, 12 de marzo de 2009

Desafío 20: Hacia dónde queremos ir


Por Alvaro Henzler
Leadership Program, Georgetown University, Washington D.C.
Lima, Peru

“Yo quiero ser un líder”. Esa es una frase que escucho muy frecuentemente entre jóvenes tanto limeños urbanos como puneños rurales. Menos frecuente, aunque también intensamente, oigo la frase “Yo quiero ser Presidente”: amigos, conocidos, artistas, periodistas. En el Perú, muchos sueñan con ser Presidente del Perú. En la última elección, 21 peruanos postularon a ese cargo. En Bolivia tan solo 8 y en Chile 5. El problema no es solo el exceso en la cantidad de pretendientes, sino, y sobre todo, el estilo de liderazgo que ejercen. En la historia republicana peruana, nuestra sociedad ha estado dominada por una figura de autoridad formal bastante vertical y jerárquica: la Iglesia, los militares, los terratenientes, los dictadores y los civiles, que aunque democráticos, también se autodenominaban salvadores: el arquitecto, el joven orador, el cholo y, otra vez, el orador (esta vez reloaded, felizmente). Y nuestro sistema republicano (muy) presidencialista, le dio la espalda a una realidad societal más bien horizontal, armónica y colectiva: parece que los Incas, a diferencia de la creencia popular, no eran monarcas con dinastías sucesivas, sino mas bien autoridades que coexistían en paralelo; los ayllus, las comunidades basan hasta hoy su elección de autoridades tradicionales y religiosas en la rotación y en el ejercicio colectivo. Aun así, persiste el paradigma que solo con un buen presidente el Perú puede salir adelante.

Este blog ha planteado muchos importantes desafíos que el Perú debe afrontar hacia el futuro. ¿Cuándo empezar a actuar? Ya. ¿Quiénes? Al menos tú. ¿Cómo? Ahí no hay respuesta-monosílabo posible. Primero, ¿somos concientes que el Perú, además de ser el bacán del barrio y el campeón mundial de crecimiento económico, requiere de una transformación sustancial? ¿O estamos nublados por la pica-pica de las juergas y los faenones? Segundo, y más importante, ¿posee el Perú una masa crítica de peruanos comprometidos, unidos por una confianza tal que sobre pase los intereses individuales? ¿De qué líderes estamos hablando? ¿De los cholos, chinos y oradores? ¿De los gringos, pitucas y nacionalistas? ¿O se requieren de unos nuevos? ¿O acaso no necesitamos líderes políticos sino más bien procesos de liderazgos en diversos ámbitos?

Normalmente, se piensa que el liderazgo es una condición de jefe o cabeza de un grupo. Más que una condición de un líder, es un ejercicio, uno que fomenta procesos de liderazgo transformacionales: donde un grupo humano -con individuos auténticos, confiados en sí y en los demás y con una escala de valores definida y clara- sostiene un enfoque visionario y trascendente para, adaptándose con versatilidad ante situaciones diversas, buscar ir de A hacia B.

En el Perú se debe fomentar la generación de procesos efectivos de liderazgo y de lazos de confianza entre los peruanos en las múltiples dimensiones y en las distintas escalas de la sociedad peruana. Tenemos que romper la inercia que el niño rico va al Markham y que el pobre no tenga más elección que el 0867 de Carabayllo. Tenemos que romper la inercia del “Lima, Callao y provincias” (nunca escuché “Washington DC, Baltimore y estados”). Debemos romper la inercia que el color sea impedimento para entrar a un lugar, que la forma de hablar te etiquete como educado o analfabeto, que la educación occidental sea percibida como superior al saber andino. En un ejercicio diario y no retórico, debemos conocernos, respetarnos y reconocernos como peruanos, donde la única diferencia real sea el lugar geográfico donde nos encontremos. Todas estas barreras y paredes deben desaparecer. Desaparecer para dar paso a la generación de espacios de encuentro entre niños y jóvenes plurales y de todas partes del Perú. Esta nueva generación bajo nuevos paradigmas será el motor, el catalizador que genere esos necesarios y urgentes espacios para juntos definir hacia donde queremos ir. “Yo quiero ser Presidente” dice entre líneas “Yo sé que hacer y síganme que por acá vamos”. “Queremos hacer Perú” implica “Esta colectividad quiere hacer y forjar juntos hacia dónde queremos ir”

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