martes, 7 de julio de 2009

Lo real-maravilloso de ser peruano...


Por Alex Salas,
MBA, Universidad Adolfo Ibañez
Pragmaconsult, Chile

Tengo una vida entera tratando de resolver esta pequeña pero inquietante pregunta. Siendo una armónica mezcla chalaco, católico, judío, suizo, andino, surquillano, miraflorino y hasta santiaguino, es difícil poder responder qué es ser peruano.

Creo que ser peruano tiene una primera característica, es la forma particular de amar los conceptos, las cosas y las personas. Tenemos una enorme necesidad de amar, nos importa que aquello a lo que le otorgamos fijación esté bien, estable como una montaña, radiante como un crucifijo dorado y siempre atractivo como un pequeño retablo.

En Perú no cocinamos para comer, cocinamos porque amamos. No dejamos nuestros hijos para ser empleadas domésticas en países extraños por necesidad, nos mueve el amor por nuestros hijos, no vamos a hacer grandes hazañas profesionales al extranjero sin saber que algo amado se queda en el puerto de partida y que por ello hay que volver algún día. El trabajo, la persistencia y la tolerancia a lo adverso son pequeñas cosas que forman parte de un proyecto amado.

Una segunda característica, es que ser peruano es una privilegiada condición “psiconeurológica” que nos permite vivir lo real-maravilloso dentro de la vida cotidiana. Somos de mente cerrada y abierta a la vez y nuestra vida interna y las historias que se nos van pegando a lo largo de los años son mágicas, increíbles. Aunque lo neguemos e independientemente de la raza, credo o nivel social; todos los peruanos nos sentimos especiales: tenemos algo que contar al mundo, tenemos verdaderos torneos de historias maravillosas en las reuniones con amigos en casa, cautivamos y a veces aburrimos a nuestros amigos extranjeros en los países que nos acogen, tenemos el sentido y la curiosidad de seguir viviendo. Esto hace que tengamos una individualidad muy marcada, que a veces nos juega muy a favor y otras muy en contra.

Una tercera característica, es que tenemos la cualidad de reírnos de todo, hasta de nuestras propias desgracias. Creo que el humor es algo que no podemos controlar, hay un porfiado instinto por reír y hacer reír a quienes nos rodean.

Ahora, un aspecto que nos caracteriza en parte y que no es bueno, justamente tiene que ver con nuestro exceso de contemplación en el pasado y en lo particular. Esto nos impone fuertes barreras para hacer una apuesta conjunta y confiada en el futuro y en los demás. La contemplación genera una perversa intención de hacer que la historia rime, que gane el “te lo dije”. Por ello es lógico que no seamos los mejores implementadores de planes del planeta ni uno de los grupos humanos más cohesionados, incluso hasta tenemos problemas para dirigir nuestra propia historia colectiva.

Eso creo, ser peruano es ser una persona inmensamente rica en el nivel interno, de altas magnitudes de creatividad, con la capacidad de convertir el peor momento de la historia en una comedia que vale la pena repetir, aunque a veces esa comedia pueda terminar por hacernos demasiado daño pero que al final nos hace reír tarde o temprano.

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